lunes, 22 de febrero de 2016

DERECHOS DEL TRABAJADOR




25 de febrero 1947 – Argentina

El Teniente General Juan Domingo Perón proclama los Derechos del Trabajador desde el Teatro Colón: derecho al trabajo, a una justa distribución, a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo y de vida, a la salud, al bienestar, a la seguridad social, a la protección de la familia, al mejoramiento económico, a la defensa de los intereses profesionales. El acto fue organizado por la C.G.T.

Estos derechos fueron formalizados luego el 7 de marzo del mismo año, a través del Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nro. 4865, para luego ser incorporados en la nueva Constitución Nacional de 1949 en su artículo 37. El Presidente de la Nación Argentina haciéndose interprete de los anhelos de justicia social que alientan los pueblos y teniendo en cuenta que los derechos derivados del trabajo, al igual que las libertades individuales, constituyen atributos naturales, inalienables e imprescriptibles de la personalidad humana, cuyo desconocimiento o agravio es causal de antagonismos, luchas y malestares sociales considera necesario y oportuno enunciarlos mediante una declaración expresa, a fin de que, en el presente y en el futuro, sirva de norma para orientar la acción de los individuos y de los poderes públicos, dirigida a elevar la cultura social, dignificar el trabajo y humanizar el capital, como la mejor forma de establecer el equilibrio entre las fuerzas concurrentes de la economía y de afianzar, en un nuevo ordenamiento jurídico, los principios que inspiran la legislación social.

Por ello, y de acuerdo con estos propósitos y fines, formula solemnemente la siguiente declaración:

I. Derecho de trabajar

El trabajo es el medio indispensable para satisfacer las necesidades espirituales y materiales del individuo y de la comunidad, la causa de todas las conquistas de la civilización y el fundamento de la prosperidad general; de ahí que el derecho de trabajar debe ser protegido por la sociedad, considerándolo con la dignidad que merece y proveyendo ocupación a quien la necesite.

II. Derecho a una retribución justa

Siendo la riqueza, la renta y el interés del capital fruto exclusivo de trabajo humano, la comunidad debe organizar y reactivar la fuente de producción en forma de posibilitar y garantizar al trabajador una retribución moral y material que satisfaga sus necesidades vitales y sea compensatoria del rendimiento obtenido y del esfuerzo realizado.

III. Derecho a la capacitación

El mejoramiento de la condición humana y la preeminencia de los valores del espíritu, imponen la necesidad de propiciar la elevación de la cultura y de la aptitud profesional, procurando que todas las inteligencias puedan orientarse hacia todas las direcciones del conocimiento, e incumbe a las sociedades estimular el esfuerzo individual proporcionando los medios para que, en igualdad de oportunidades, todo individuo puede ejercitar el derecho a aprender y perfeccionarse.

IV. Derecho a condiciones dignas de trabajo

La consideración debida al ser humano, la importancia que el trabajo reviste como función social y recíproco entre los factores concurrentes de la producción, consagran el derecho de los individuos a exigir condiciones dignas y justas para el desarrollo de su actividad y la obligación de la sociedad de velar por la estricta observancia de los preceptos que las constituyen y reglamentan.

V. Derecho a la preservación de la salud

El cuidado de la salud física y moral de los individuos debe ser una preocupación primordial y constante de la sociedad a la que corresponde velar para que el régimen de trabajo reúna los requisitos adecuados de higiene y seguridad, no exceda las posibilidades normales de esfuerzo y posibilite la debida oportunidad de recuperación por el reposo.

VI. Derecho al bienestar

El derecho de los trabajadores al bienestar, cuya expresión mínima se concreta en la posibilidad de disponer de vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas, de satisfacer sin angustias sus necesidades y las de sus familias en forma que les permita trabajar con satisfacción, descansar libres de preocupaciones y gozar desmesuradamente de expansiones espirituales y materiales, impone la necesidad social de elevar el nivel de vida y de trabajo con los recursos directos e indirectos que permita el desenvolvimiento económico.

VII. Derecho a la seguridad social

El derecho de los individuos a ser amparados en los casos de disminución, suspensión o pérdida de su capacidad para el trabajo, promueve la obligación de la sociedad de tomar unilateralmente a su cargo las prestaciones correspondientes o de promover regímenes de mutua obligatoria destinados, unos y otros, a cubrir o complementar las insuficiencias o inaptitudes propias de ciertos periodos de la vida o las que resulten de infortunios provenientes de riesgos eventuales.

VIII. Derecho a la protección de la familia

La protección de la familia responde a un natural designio del individuo desde que en ella genera sus más elevados sentimientos afectivos y todo empeño tendiente a su bienestar debe ser estimulado y favorecido por la comunidad como el medio más indicado de propender el mejoramiento del género humano y a la consolidación de principios espirituales y morales que constituyen la esencia de la convivencia social.

IX. Derecho al mejoramiento económico

La capacidad productora y el empeño de superación hallan un natural incentivo en las posibilidades posibilidades del mejoramiento económico, por lo que la sociedad debe apoyar y favorecer las iniciativas de los individuos tendientes a ese fin y estimular las formación y utilización de capitales en cuanto constituyen elementos activos de la producción y contribuyan a la prosperidad general.

X. Derecho a la defensa de los intereses profesionales

El derecho de agremiarse libremente y de participar en otras actividades lícitas tendientes a la defensa de los intereses profesionales constituyen atribuciones esenciales de los trabajadores que la sociedad debe respetar y proteger, asegurando su libre ejercicio y reprimiendo todo acto que pueda dificultarlo o impedirlo.



JUAN DOMINGO PERÓN

Fuente: Historia del peronismo

Instituto Nacional de Revisionismo Histórico 
Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego

martes, 26 de enero de 2016

Apuntes sobre la derrota del 22 de noviembre y de como construir la vuelta al poder

Por Osvaldo “Nacho” Avelluto

Pasados tres meses de las elecciones generales queremos hacer algunas reflexiones sobre la elección del 22 de noviembre y aportar del debate que se está dando en el seno del peronismo para retomar la iniciativa y ganar las legislativas del 2017 y recuperar el poder en las elecciones generales del 2019. 

Sobre lo que esta haciendo el macrismo en estas líneas huelgan los comentarios: la Ceocracia hace aquello que dijimos que haría, aunque tal vez con mayor crudeza y rapidez, en esencia: distribuir la riqueza negativamente, más para los que tienen más y menos para los que tienen menos. 

¿Porque perdimos?: 
Esta es una pregunta sencilla de formular, pero de compleja respuesta, más bien se necesitan diversas respuestas, por lo tanto analizaremos distintos aspectos para poder entender lo que la mayoría no teníamos previsto: podíamos decir que perder estaba entre las posibilidades aritméticas, pero la amplísima mayoría de los militantes no veíamos la posibilidad política de perder. 

En clave económica y social: “De la movilidad social ascendente a la demanda social ascendente” 
Son muchos los aspectos económicos y sociales que seguramente incidieron en la derrota electoral, pero queremos remarcar uno que en nuestra opinión es central. 

El Capitalismo tiene una crisis económica, que rápidamente se transforma en social y política cada 8 o 10 años y por lo menos en el siglo 20 y en el 21 se da una mega-crisis cada siglo, desde el 2008 el mundo esta atravesado por la última de ellas. 

Estas crisis son también, a nivel internacional, una manera de redistribuir la riqueza a nivel global, en favor de los imperios y en desmedro de los países en desarrollo o dependientes. 

En mí opinión, un aspecto fundamental es comprender que junto con el concepto, obviamente correcto, que hay que promover la “movilidad social ascendente”, sin duda también hay que resolver una cuestión política que va de la mano de esta, es más que es su consecuencia: “la demanda social ascendente”. 

Vamos a tratar de explicar esto de la manera más sencilla posible: 

  • Un compañero esta por debajo de la línea de pobreza, con sus necesidades básicas insatisfechas, llega el gobierno popular y lo asiste con un plan social, que el compañero y su familia acogen con gran alegría. 
  • Pasa uno o dos años y el compañero –con razón- quiere tener un trabajo y no una ayuda, se le otorga un trabajo –mediante un contrato-, pero el compañero, lógicamente, quiere seguir ascendiendo. 
  • Pasan uno o dos años y ahora consigue un trabajo en relación de dependencia, entonces tiene Obra Social, aportes jubilatorios, vacaciones y todos los demás beneficios del trabajo en blanco. 
  • Pasan uno o dos años y el compañero –con razón- reclama mayor salario y como hay paritarias y en el marco de una política del Estado que pugna por mejorar las condiciones de los trabajadores, su sindicato consigue por lo menos emparejar la inflación. 
  • Pasan uno o dos años ahora y el compañero reclama, o apoya, a los que solicitan eliminar o disminuir el impuesto a las ganancias a la cuarta categoría. 
  • Como ahora la crisis ha estallado con su máxima fuerza, hay dificultades para seguir redistribuyendo, la situación económica lo dificulta al máximo y los aspectos políticos, nacionales e internacionales mucho más. 
 Esto, que aquí esta narrado casi como un cuento, muy probablemente sea el derrotero del pensamiento y la acción de muchos trabajadores. En buena medida esta es una parte de la explicación de la diferencia entre el 54% que voto a Cristina en el 2011 y el 39% de apoyo a Scioli.

En clave política general “remando en el dulce de leche”: 
En principio cabe señalar que, en general una mega-crisis -como la que estamos transitando desde el 2008, se lleva puestos a los oficialismos más halla del signo que sean, por ejemplo en las últimas semanas, en Portugal gano la izquierda, igual que en la interna Laborista en Inglaterra. 

Del mismo modo, en medio de la crisis que esta pasando Europa se puede observar que desde el 2008 en adelante, hubo cambio de mano en Italia, en Grecia, Hungría, en Austria y están en situación crítica o difícil los oficialismos en España y en Francia, acosados por la izquierda o por la ultra derecha, según el caso. 

En este el marco, en este momento también se está dando un una situación de crisis en varios gobiernos populares en America del Sur, Ecuador, Brasil y Venezuela son los ejemplos más claros. 

También en Chile, luego que la derecha gobernó con Piñeira, fue derrotada por la Socialdemocracia el año pasado. 

Estos son solo ejemplos de como influye las grandes crisis internacionales en las políticas locales. 

En clave política local: “fuerza propia y aliados” 
No se nos escapa que más halla de los obstáculos relacionados con la crisis mundial o la situación económica y social que antes mencionamos, hay muchos aspectos políticos de orden interno a considerar. 

Entre las cuestiones más importantes quiero señalar: 
  • la dificultad de construir un candidato con tiempo y consenso amplio. 
  • la incorrecta manera de resolver algunas controversias internas, que muchas veces llevaron al alejamiento no solo de los malos sino a la toma de distancia de muchos buenos compañeros. 
  • la mala práctica de que si no ganamos en la interna no ponemos todo el esfuerzo para que gane en las generales el que nos derroto, desvirtuado las P.A.S.O., que nosotros mismo creamos.
  • la demonización de agrupaciones y compañeros, como si alguien estuviera totalmente libre de culpa y cargo. 

Estas cuestiones y otras más, son parte de los errores no forzados que se cometieron y que debemos superar.

En clave estratégica: “un debate imprescindible” 
La carencia de la construcción de una herramienta política más adecuada es una de nuestras principales debilidades, por eso sostengo que una discusión fundamental se abre sobre el rol del Partido Justicialista, entiendo que después de 34 (treinta y cuatro) años de democracia y fallecido el fundador de nuestro movimiento, seguir planteando que el P. J. sea sólo una herramienta electoral a todas luces no alcanza. 

Tal vez sea el tiempo de comenzar a discutir como se transforma en un Partido-Movimiento, que sin perder su sentido movimentista actúe con la eficacia de un Partido, organizando la fuerza en todos los frentes de masa, unificando la conducción táctica con la conducción estratégica, formando cuatros –políticos y de gestión- etcétera, etcétera, etcétera. 

Obviamente, estos son solo algunos títulos del gran debate que nos debemos. 

En lo inmediato merece un espacio la auto-critica que debemos hacernos todos y remarco todos, porque ahora surgen demasiadas voces criticas, pero que no tienen en cuenta la parte de responsabilidad que les corresponde al que las señala y esto nos alcanza a todos. 

En clave del futuro inmediato “todos unidos triunfaremos o como procesar las diferencias” 
Una discusión equivocada es plantear como antinomia Peronismo o Kirchnerismo, esta discusión no tiene sentido, como claramente decía Néstor: “nos quieren llamar Kirchnerista para bajarnos el precio, nosotros somos peronistas”. 
El Kirchnerismo, obviamente, es parte del peronismo, que como todo gran movimiento tiene lecturas, corrientes, historias, líneas, etc., etc., aunque también, si queremos precisar, en su seno hay corrientes y organizaciones diferenciadas. Lo que afirmamos es que el Kirchnerismo nació y se desarrollo en el seno del peronismo, por si alguno tiene dudas que recuerde que Néstor fue, hasta la derrota electoral del 2009, Presidente del Partido Justicialista a nivel nacional. 

Del mismo modo, es cierto que hay muchos compañeros que adhieren al Kirchnerismo y que no se reconocen como peronistas, pero que, desde mi punto de vista, deben aceptar que adhieren a una de las corrientes del peronismo, la mayoritaria, aquella que esta integrada al F p V. y condujo al conjunto a la Argentina por más de 12 años. 

No hay duda que el Movimiento Nacional, Popular y Democrático, es mayor que el peronismo, pero tampoco hay duda que el peronismo como concepción, como organización y como militancia, es ampliamente mayoritario, en el Movimiento Nacional, Popular y Democrático en general y por ende en el denominado espacio Kirchnerista. 

La historia argentina de las últimas siete décadas enseña que aunque tal vez con el peronismo solo no alcance, pero que no hay transformación positiva posible en la Argentina sin una presencia mayoritaria del peronismo. 

En consecuencia me centrare en la porción principal del Movimiento Nacional, el peronismo, y no en los compañeros, no peronistas, que todos estos años nos han acompañado en esta etapa del peronismo y que lo seguirán haciendo en las próximas luchas por venir. 

Dicho esto con todo respecto, pero teniendo en claro que la suerte del Movimiento Nacional, Popular y Democrático, se juega fundamentalmente en el peronismo. 

Armar un cuadro de situación en el peronismo es difícil por dos razones, en primer lugar estamos muy cerca de la derrota, por mínimas diferencias pero derrota al fin, en segundo lugar y por consecuencia, hay que armar el rompecabezas que es el peronismo y el P. J. en particular. 

Pero que no queden dudas: es en el terreno institucional en donde se dirimirá fundamentalmente la batalla por la conducción del movimiento y por el sentido que ira tomando y esto es absolutamente compartible con la movilización popular en defensa de los derechos y logros alcanzados. Seria un error como plantean algunos escindir estas dos tareas.

Esto revaloriza el rol del partido que dio a luz en la década el cuarenta, fundado por Perón que además fue su prime presidente. Ese Partido hoy detenta los casi todos los espacios de poder que conservamos: gobernaciones, intendencias, sindicatos, diputados y senadores, organizaciones sociales de diverso tipo. 

Este debate recién esta en pleno desarrollo y somos concientes que estas discusiones -en el marco de la derrota electoral- conlleva grandes dificultades. 

En este sentido, no cave duda que este es el momento de confrontar propuestas, estrategias y tácticas, con el mayor espíritu unitario, tratando de escuchar al otro y poder construir el mayor consenso interno, sobre la base del acuerdo general con los lineamientos políticos generales que en esta etapa plantearon Néstor y Cristina.

La discusión por el sentido del peronismo se ha dado desde siempre, en particular desde la muerte de nuestro fundador, el General Juan Domingo Perón, con la conducción de Néstor y Cristina se pone en juego una lectura del peronismo -por decirlo de alguna manera sencilla- que recupera las banderas iniciales del peronismo y le incorpora otras propias del siglo XXI. 

Creo que un amplio acuerdo es posible y que básicamente lo que revindica la amplia mayoría del peronismo son los basamento del Modelo: sin pretender agotar los temas, entiendo que estamos de acuerdo en: el rol de la política como fundamental en la sociedad; la prevalencia del Estado en las áreas claves, tanto en la realización de tareas esenciales, como en su rol de control; el papel privilegiado del consumo interno; la integración Sudamericana; el sostenimiento de los juicios de Verdad y Justicia; la democratización de la palabra como plantea la Ley de Medios; la defensa del empleo, la reivindicación de las paritarias y del libre accionar de los Sindicatos y seguramente sigue la lista. 

Esto, además de aglutinar al peronismo que mayoritariamente fue parte de este Modelo, delimita los aliados del peronismo: cuando la mayoría del peronismo, no solo los dirigentes sino gran parte de los compañeros, son cooptados por las ideas del neo-liberalismo, es lógico que los aliados sean la UCEDE y todo un conjunto de liberales y peronista conservadores. 

A partir del 2003, retomado el camino Nacional, Popular y Democrático –que nunca debimos abandonar- el peronismo se vuele aliar nuevamente con otros sectores, esta vez afines al proyecto fundacional de nuestro Movimiento. 

Ampliar todo lo posible, manteniendo el rumbo 

Para fortalecer al peronismo hay que trabajar y dar el debate en todos los planos, en particular en el seno del Partido Justicialista, en lo inmediato en vista a la próxima interna y proyectando propuestas y tareas para el futuro. 

Del mismo modo es imprescindible fortalecer el espacio K en el peronismo, aliarse con la mayor cantidad de compañeros y dirigentes que en todo el país que como dijimos compartan, en términos generales, los fundamentos del Modelo, partiendo de la base que con la gran mayoría que se quedo tenemos más coincidencias que diferencias. 

Por otra parte, hay tratar de incorporar al proceso de discusión y militancia en el Partido Justicialista, a aquellos compañeros que por las suyas tuvieron un protagonismo inorgánico en las últimas elecciones, aquellos que se los denomino como “la militancia salvaje” y que hoy hay que tratar de incorporarlos al P. J., atento que es en ese espacio institucional, como dijimos, es donde se dirimirá fundamentalmente la suerte del peronismo y por ende la del Movimiento Nacional en su conjunto. 

Esta es la tarea esencial para que la Argentina retome el camino de autonomía como Nación, con inclusión social, con integración a Sudamérica, como estuvimos construyendo estos años.

martes, 29 de septiembre de 2015

Llegan los godos al imperio vencido 
Arturo Pérez-Reverte El País  Viernes 18 de septiembre de 2015
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En el año 376 después de Cristo, en la frontera del Danubio se presentó una masa enorme de hombres, mujeres y niños. Eran refugiados godos que buscaban asilo, presionados por el avance de las hordas de Atila. Por diversas razones -entre otras, que Roma ya no era lo que había sido- se les permitió penetrar en territorio del imperio, pese a que, a diferencia de oleadas de pueblos inmigrantes anteriores, éstos no habían sido exterminados, esclavizados o sometidos, como se acostumbraba entonces. En los meses siguientes, aquellos refugiados comprobaron que el imperio romano no era el paraíso, que sus gobernantes eran débiles y corruptos, que no había riqueza y comida para todos, y que la injusticia y la codicia se cebaban en ellos. Así que dos años después de cruzar el Danubio, en Adrianópolis, esos mismos godos mataron al emperador Valente y destrozaron su ejército. Y 98 años después, sus nietos destronaron a Rómulo Augústulo, último emperador, y liquidaron lo que quedaba del imperio romano.

Y es que todo ha ocurrido ya. Otra cosa es que lo hayamos olvidado. Que gobernantes irresponsables nos borren los recursos para comprender. Desde que hay memoria, unos pueblos invadieron a otros por hambre, por ambición, por presión de quienes los invadían a ellos. Y todos, hasta hace poco, se defendieron y sostuvieron igual: acuchillando invasores, tomando a sus mujeres, esclavizando a sus hijos.
Así se mantuvieron hasta que la Historia acabó con ellos, dando paso a otros imperios que a su vez, llegado el ocaso, sufrieron la misma suerte. El problema que hoy afronta lo que llamamos Europa, u Occidente (el imperio heredero de una civilización compleja, que hunde sus raíces en la Biblia y el Talmud y emparenta con el Corán, que florece en la Iglesia medieval y el Renacimiento, que establece los derechos y libertades del hombre con la Ilustración y la Revolución Francesa), es que todo eso -Homero, Dante, Cervantes, Shakespeare, Newton, Voltaire- tiene fecha de caducidad y se encuentra en liquidación por derribo. Incapaz de sostenerse. De defenderse. Ya sólo tiene dinero. Y el dinero mantiene a salvo un rato, nada más.

Pagamos nuestros pecados. La desaparición de los regímenes comunistas y la guerra que un imbécil presidente norteamericano desencadenó en el Medio Oriente para instalar una democracia a la occidental en lugares donde las palabras islam y rais -religión mezclada con liderazgos tribales- hacen difícil la democracia, pusieron a hervir la caldera. Cayeron los centuriones -bárbaros también, como al fin de todos los imperios- que vigilaban nuestro limes. Todos esos centuriones eran unos hijos de puta, pero eran nuestros hijos de puta. Sin ellos, sobre las fronteras caen ahora oleadas de desesperados, vanguardia de los modernos bárbaros -en el sentido histórico de la palabra- que cabalgan detrás. Eso nos sitúa en una coyuntura nueva para nosotros, pero vieja para el mundo. Una coyuntura inevitablemente histórica, pues estamos donde estaban los imperios incapaces de controlar las oleadas migratorias, pacíficas primero y agresivas luego. Imperios, civilizaciones, mundos que por su debilidad fueron vencidos, se transformaron o desaparecieron. Y los pocos centuriones que hoy quedan en el Rhin o el Danubio están sentenciados. Los condenan nuestro egoísmo, nuestro buenismo hipócrita, nuestra incultura histórica, nuestra cobarde incompetencia. Tarde o temprano, también por simple ley natural, por elemental supervivencia, esos últimos centuriones acabarán poniéndose de parte de los bárbaros.

A ver si nos enteramos de una vez: estas batallas, esta guerra, no se van a ganar. Ya no se puede. Nuestra propia dinámica social, religiosa, política, lo impide. Y quienes empujan por detrás a los godos lo saben. Quienes antes frenaban a unos y otros en campos de batalla, degollando a poblaciones enteras, ya no pueden hacerlo. Nuestra civilización, afortunadamente, no tolera esas atrocidades. La mala noticia es que nos pasamos de frenada. La sociedad europea exige hoy a sus ejércitos que sean oenegés, no fuerzas militares. Toda actuación vigorosa -y sólo el vigor compite con ciertas dinámicas de la Historia- queda descartada en origen, y ni siquiera Hitler encontraría hoy un Occidente tan resuelto a enfrentarse a él por las armas como lo estuvo en 1939. Cualquier actuación contra los que empujan a los godos es criticada por fuerzas pacifistas que, con tanta legitimidad ideológica como falta de realismo histórico, se oponen a eso. La demagogia sustituye a la realidad y sus consecuencias. Detalle significativo: las operaciones de vigilancia en el Mediterráneo no son para frenar la emigración, sino para ayudar a los emigrantes a alcanzar con seguridad las costas europeas. Todo, en fin, es una enorme, inevitable contradicción. El ciudadano es mejor ahora que hace siglos, y no tolera cierta clase de injusticias o crueldades. La herramienta histórica de pasar a cuchillo, por tanto, queda felizmente descartada. Ya no puede haber matanza de godos. Por fortuna para la humanidad. Por desgracia para el imperio.

Todo eso lleva al núcleo de la cuestión: Europa, o como queramos llamar a este cálido ámbito de derechos y libertades, de bienestar económico y social, está roída por dentro y amenazada por fuera. Ni sabe, ni puede, ni quiere, y quizá ni deba defenderse. Vivimos la absurda paradoja de compadecer a los bárbaros, incluso de aplaudirlos, y al mismo tiempo pretender que siga intacta nuestra cómoda forma de vida. Pero las cosas no son tan simples. Los godos seguirán llegando en oleadas, anegando fronteras, caminos y ciudades. Están en su derecho, y tienen justo lo que Europa no tiene: juventud, vigor, decisión y hambre. Cuando esto ocurre hay pocas alternativas, también históricas: si son pocos, los recién llegados se integran en la cultura local y la enriquecen; si son muchos, la transforman o la destruyen. No en un día, por supuesto. Los imperios tardan siglos en desmoronarse.
Eso nos mete en el cogollo del asunto: la instalación de los godos, cuando son demasiados, en el interior del imperio. Los conflictos derivados de su presencia. Los derechos que adquieren o deben adquirir, y que es justo y lógico disfruten. Pero ni en el imperio romano ni en la actual Europa hubo o hay para todos; ni trabajo, ni comida, ni hospitales, ni espacios confortables. Además, incluso para las buenas conciencias, no es igual compadecerse de un refugiado en la frontera, de una madre con su hijo cruzando una alambrada o ahogándose en el mar, que verlos instalados en una chabola junto a la propia casa, el jardín, el campo de golf, trampeando a veces para sobrevivir en una sociedad donde las hadas madrinas tienen rota la varita mágica y arrugado el cucurucho. Donde no todos, y cada vez menos, podemos conseguir lo que ambicionamos. Y claro. Hay barriadas, ciudades que se van convirtiendo en polvorines con mecha retardada. De vez en cuando arderán, porque también eso es históricamente inevitable. Y más en una Europa donde las élites intelectuales desaparecen, sofocadas por la mediocridad, y políticos analfabetos y populistas de todo signo, según sopla, copan el poder. El recurso final será una policía más dura y represora, alentada por quienes tienen cosas que perder. Eso alumbrará nuevos conflictos: desfavorecidos clamando por lo que anhelan, ciudadanos furiosos, represalias y ajustes de cuentas. De aquí a poco tiempo, los grupos xenófobos violentos se habrán multiplicado en toda Europa. Y también los de muchos desesperados que elijan la violencia para salir del hambre, la opresión y la injusticia. También parte de la población romana -no todos eran bárbaros- ayudó a los godos en el saqueo, por congraciarse con ellos o por propia iniciativa. Ninguna pax romana beneficia a todos por igual.
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> Y es que no hay forma de parar la Historia. "Tiene que haber una solución", claman editorialistas de periódicos, tertulianos y ciudadanos incapaces de comprender, porque ya nadie lo explica en los colegios, que la Historia no se soluciona, sino que se vive, y, como mucho, se lee y estudia para prevenir fenómenos que nunca son nuevos, pues a menudo, en la historia de la Humanidad, lo nuevo es lo olvidado. Y lo que olvidamos es que no siempre hay solución; que a veces las cosas ocurren de forma irremediable, por pura ley natural: nuevos tiempos, nuevos bárbaros. Mucho quedará de lo viejo, mezclado con lo nuevo; pero la Europa que iluminó el mundo está sentenciada a muerte. Quizá con el tiempo y el mestizaje otros imperios sean mejores que éste; pero ni ustedes ni yo estaremos aquí para comprobarlo. Nosotros nos bajamos en la próxima. En ese trayecto sólo hay dos actitudes razonables. Una es el consuelo analgésico de buscar explicación en la ciencia y la cultura; para, si no impedirlo, que es imposible, al menos comprender por qué todo se va al carajo. Como ese romano al que me gusta imaginar sereno en la ventana de su biblioteca mientras los bárbaros saquean Roma. Pues comprender siempre ayuda a asumir. A soportar.

La otra actitud razonable, creo, es adiestrar a los jóvenes pensando en los hijos y nietos de esos jóvenes. Para que afronten con lucidez, valor, humanidad y sentido común el mundo que viene. Para que se adapten a lo inevitable, conservando lo que puedan de cuanto de bueno deje tras de sí el mundo que se extingue. Dándoles herramientas para vivir en un territorio que durante cierto tiempo será caótico, violento y peligroso. Para que peleen por aquello en lo que crean, o para que se resignen a lo inevitable; pero no por estupidez o mansedumbre, sino por lucidez. Por serenidad intelectual. Que sean lo que quieran o puedan: hagámoslos griegos que piensen, troyanos que luchen, romanos conscientes -llegado el caso- de la digna altivez del suicidio. Hagámoslos supervivientes mestizos, dispuestos a encarar sin complejos el mundo nuevo y mejorarlo; pero no los embauquemos con demagogias baratas y cuentos de Walt Disney. Ya es hora de que en los colegios, en los hogares, en la vida, hablemos a nuestros hijos mirándolos a los ojos.

Periodista y escritor español

martes, 23 de septiembre de 2014

El Pensador de Perón por Norberto Galasso


OPINIÓN

EL PENSADOR DE PERÓN

Cuando se repasan aquellos años terribles de predominio neoliberal en la Argentina, aquellos en los cuales la mayor parte de la dirigencia del peronismo acompañó la claudicación de Menem, resulta incuestionable su poder destructivo respecto de todo lo que había construido el General Perón desde 1945 en adelante. Era aquella una obra tan importante desde el punto de vista de la Liberación Nacional y Social que durante 18 años los enemigos no pudieron quebrantarla y que como dijo alguien: "Sólo el peronismo era capaz de destruir la obra del peronismo." Hoy podríamos  completar esta afirmación sosteniendo que sólo un movimiento de origen peronista –aunque con sus rasgos propios– sería capaz de recuperar las conquistas que en el orden económico, social y político habían sido destruidas, que es lo que está sucediendo hoy, por lo cual los mismos enemigos de antaño se levantan para obstruir la profundización de esa política: las grandes corporaciones mediáticas, ahora Clarín en lugar La Prensa, el imperialismo norteamericano ahora bajo las formas del capitalismo financiero de los buitres, las grandes corporaciones agropecuarias y financieras, así como los antiguos y resecos partidos políticos incapaces de parir nada nuevo, tanto de la derecha como de la mayor parte de la izquierda abstracta.
Pero a veces no se otorga la debida importancia a la otra acción deletérea cumplida por el menemismo: apagar las grandes voces orientadoras que tuvo el movimiento. Esto no lo lograron totalmente pero es necesario recordar que si Scalabrini Ortiz, Cooke y Juan José Hernández Arregui no aparecieron en la pantalla televisiva, en aquellos viejos años, por lo menos circulaban entre la militancia con mayor intensidad que ahora. 
En el caso especial de Hernández Arregui –del cual ayer se cumplieron 40 años de su  muerte– es quizás el más significativo. Sólo en algunos ateneos  o centros de base se difunden sus enseñanzas. Sin embargo, es bueno recordar que el General escribió lo siguiente: "Ningún argentino debería dejar de leer sus libros y toda la juventud de nuestro país debería tenerlo en la cabecera y estudiarlo profundamente… Tanto la Formación de la conciencia nacional como  Nacionalismo y liberación (aún Juan José no había escrito Peronismo y socialismo) son dos fuentes de inspiración doctrinaria para la juventud de América Latina, tan necesitada en las circunstancias actuales de una palabra rectora como la suya." En esa misma carta Perón le señalaba su optimismo sobre la victoria popular: "Tengo fe en la juventud argentina y en los trabajadores que saben lo que quieren y parecen estar dispuestos a luchar por imponerlo. Todos estos problemas de lo que más necesitan es del tiempo y creo que, en nuestra  Patria, el tiempo no transcurre en vano." 
Razón tenía el General con respecto a las ganas de transformar a la Argentina –que agita hoy profundamente las venas de los adolescentes de los sectores populares– pero no pudo prevenir que tanto del lado del nacionalismo de derecha como del liberalismo conservador se lograría confundir a muchos militantes. No pudo quizás alertar que desde las filas de Alsogaray y desde los círculos del más descarado oportunismo circularían argumentos dirigidos a treparse al carro del movimiento nacional inficionándolo pues traían consigo sus vínculos con la reacción. Pero esto ha ido sucediendo, sólo Jauretche, quizás por sus polémicas, ha mantenido vigencia, aunque alguien opine que para entender y transformar la realidad ya no basta con Jauretche y se pregunte si es necesario traicionarlo. Menos aun Scalabrini, Cooke o Puiggrós y quizás menos que nadie Hernández Arregui, a pesar de esa opinión contundente del General.  
El autor de Imperialismo y Cultura se preocupó para que no nos equivocáramos y supiésemos distinguir entre "nacionalismo" y "nacional", entre "panamericanismo" y "Patria Grande", entre izquierda no nacional e izquierda nacional, entre cultura enciclopédica y cultura nacional, entre fuerzas armadas coloniales y fuerzas armadas sanmartinianas, entre  peronismo conciliador y peronismo revolucionario. Demasiado, ¿no es cierto? No sólo para TN y Canal Trece, sino también para los kirchneristas tibios que predican hacer la plancha con lo ya logrado y no profundizar en aguas procelosas, cuando el mundo se bambolea sin encontrar rumbo.
Falta de audacia quizás, demasiado amabilidad para los grandes medios conservadores, temor más bien a erguir la cabeza y mirar hacia la Patria Grande que reclama avanzar en las transformaciones, negativa a mirar lejos porque como él enseñó "sólo el hombre es capaz de mirar lejos, sólo el hombre es capaz de lograr lo grandioso".

Publicado en Tiempo Argentino el 23/09/2014

martes, 28 de enero de 2014

Si Monteagudo vivera, HOY estaría en la CELAC

Foto: Hoy se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Bernardo de Monteagudo, nació en 1789 en Tucumán.

Fue uno de los jóvenes revolucionario, brillantes, nacidos en nuestra patria.

Ya, a los diecinueve años fue uno de los líderes de la Revolución de Chuquisaca, y fue autor de la proclama revolucionaria.

Compañero de Castelli, , asistente de O´Higgins, amigo y asesor de San Martín,  admirado por Simón Bolívar, de quien también fue asesor.

Propulsor de la liberación de esclavos e indígenas, se lo considera el cerebro de la Asamblea del Año XIII. Comprendió desde temprano, la necesidad de la unión de las jóvenes naciones de la América del Sur. 

Lo llamaron “vicioso”, “jacobino histérico”, “carnicero”, “mulato”, “zambo”, “terrorista”, “asesino”, “réprobo”, “discípulo del Diablo”

Como definiera, oportunamente, el escritor Javier Garin "Estos agoreros de la oposición que viven anunciando cataclismos son una constante en nuestra historia. Monteagudo detestaba a estos derrotistas y decía que sólo quieren sembrar miedo en el pueblo para que no se anime a ser libre. Los llamaba apóstoles del miedo y decía que estos sujetos sólo creen que hay libertad de prensa cuando pueden difamar impunemente, como hacían los opositores con su amigo San Martín, a quien denigraban de modo increíble en los pasquines de la época."

CUALQUIER SEMEJANZA CON LA REALIDAD...¡NO ES CASUALIDAD!

Monteagudo murió asesinado en Lima, a la edad de treinta y cinco años.

Hoy se cumplen 189 años de la muerte  de Bernardo de Monteagudo, quien nació en 1789 en Tucumán.

Fue uno de los jóvenes revolucionarios, brillantes, nacidos en nuestra patria.

Ya, a los diecinueve años fue uno de los líderes de la Revolución de Chuquisaca, y fue autor de la proclama revolucionaria.

Compañero de Castelli, , asistente de O´Higgins, amigo y asesor de San Martín, admirado por Simón Bolívar, de quien también fue asesor.

Propulsor de la liberación de esclavos e indígenas, se lo considera el cerebro de la Asamblea del Año XIII. Comprendió desde temprano, la necesidad de la unión de las jóvenes naciones de la América del Sur.

Lo llamaron “vicioso”, “jacobino histérico”, “carnicero”, “mulato”, “zambo”, “terrorista”, “asesino”, “réprobo”, “discípulo del Diablo”

Como definiera, oportunamente, el escritor Javier Garin "Estos agoreros de la oposición que viven anunciando cataclismos son una constante en nuestra historia. Monteagudo detestaba a estos derrotistas y decía que sólo quieren sembrar miedo en el pueblo para que no se anime a ser libre. Los llamaba apóstoles del miedo y decía que estos sujetos sólo creen que hay libertad de prensa cuando pueden difamar impunemente, como hacían los opositores con su amigo San Martín, a quien denigraban de modo increíble en los pasquines de la época."

(¡CUALQUIER SEMEJANZA CON LA ACTUALIDAD...¡NO ES CASUALIDAD!)

Monteagudo murió asesinado en Lima, el 28 de enero de 1825 a la edad de treinta y cinco años.

viernes, 13 de diciembre de 2013

El Fusilamiento de Dorrego



Hoy se cumplen 185 años del fusilamiento de Dorrego.

Aquí reproduzco el artículo escrito por Norberto Galasso en el año 2011


La causa de su fusilamiento

Los unitarios no podían dejar con vida a Dorrego sin correr grave peligro de que este los pusiera al desnudo ante la opinión pública de la época y ante la Historia. Necesitaban acallarlo para siempre.

En estos días, se han publicado varios artículos referidos al fusilamiento de Dorrego. En general, se ofrecen algunas explicaciones, en este momento tan importante en que estamos revisando nuestra historia: que Lavalle y otros militares lo consideraban traidor por haber pactado con el Brasil el reconocimiento de la Banda Oriental como país independiente (no tuvo otra solución pues el Banco Nacional, con mayoría de accionistas ingleses, cumplió con el mandato del cónsul inglés, Lord Ponsomby, de negarle fondos para proseguir la guerra), o que sostenía una concepción latinoamericana y de ahí su entrevista con Bolívar, o que se apoyaba en el suburbio de Buenos Aires (siendo, en esto, antecesor de otros caudillos populares como Alsina, Yrigoyen y Perón), o sus tratativas con Bustos para sancionar una constitución federal con el apoyo del resto de los caudillos. Hay verdad en estas aseveraciones, pero no en todas, y creo que se omite la más importante. 

Creo que la causa fundamental obedece a otra razón: los unitarios no podían dejar con vida a Dorrego sin correr grave peligro de que este los pusiera al desnudo ante la opinión pública de la época y ante la Historia. Aquí reside el motivo principal de que Salvador María del Carril y Juan Cruz Varela presionaran a Lavalle para el asesinato: ellos no podían permitir que Dorrego hablase. No podían ponerlo preso y hacerle luego un juicio, ni siquiera solamente desterrarlo como ya lo había hecho Pueyrredón en 1819. Necesitaban acallarlo para siempre. 
Veamos la sucesión de aconteceres. En diciembre de 1824 se constituye la Minning Association en Londres para explotar minas en la Argentina, según autorización otorgada por el gobernador Martín Rodríguez y su ministro Rivadavia. En esa sociedad, su principal accionista es la banca inglesa Hullet y el presidente del directorio es Don Bernardino. En 1825, la empresa envía al capitán Head al Río de la Plata con un equipo de técnicos para iniciar la explotación, pero este se encuentra con que en las provincias -salvo San Juan- le aducen que la riqueza minera es propiedad provincial ya que no existe, desde 1820 -al caer el directorio- un gobierno nacional. La banca Hullet le protesta a Rivadavia y este contesta: "El negocio que más me ha ocupado, que me ha afectado y sobre el cual la prudencia no ha permitido llegar a una solución es el de la sociedad de minas. Con respecto a las de La Rioja (el Famatina), cuya importancia es superior a las de las otras provincias, en el corto plazo, con el establecimiento de un gobierno nacional, todo cuanto debe desearse se obtendrá... Me veo obligado a emplear la mayor circunspección para no comprometer inútilmente mi influencia y no debo decir más por el momento (enero 1826)". Curiosamente, un mes después, Rivadavia es elegido presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El 15 de febrero sanciona la ley que declara propiedades nacionales a las minas de todas las provincias. El 14 de marzo, Rivadavia le escribe a Hullet: "Las minas son ya por ley de propiedad nacional y están exclusivamente bajo la administración del presidente de la República". Sin embargo, en La Rioja, Facundo Quiroga se niega a que la Minning explote el Famatina. La compañía quiebra. Entonces, Head publica en Londres un folleto donde incorpora las cartas transcriptas, titulado: "Informe sobre la quiebra de la Río de la Plata Association constituida bajo la autorización otorgada por su excelencia don Bernardino Rivadavia". Y aquí entra a jugar Dorrego. Porque desde su periódico El Tribuno, Dorrego publica ese informe, con las comprometedoras cartas de Rivadavia a la Banca Hullet y le agrega estos versos definitorios: "Dicen que el móvil más grande / de establecer la Unidad/ es que repare su quiebra / de Minas, la Sociedad" (23/6/1827, El Tribuno). Tres días después, Rivadavia renuncia a su cargo de presidente. Se quiebra nuevamente la unidad nacional y pocos meses después, asume Dorrego como gobernador de la Provincia de Buenos Aires. 
El 14 de septiembre de 1827, Dorrego envía a la legislatura la demanda de la Minning por 52.520 libras por los gastos ocasionados, con este comentario: "El gobierno se encuentra con un recurso de la expresada compañía (Minning), donde se reclama a la provincia los gastos de aquella empresa. El engaño de aquellos extranjeros y la conducta escandalosa de un hombre público del país (Rivadavia) que prepara la especulación, se enrola en ella y es tildado de dividir su precio, nos causa un amargo pesar, más pérdidas que reparar nuestro crédito."
Los unitarios intentan justificar a don Bernardino sosteniendo que si bien actuaba al mismo tiempo como presidente de las Provincias Unidas y como presidente del directorio de la Minning Association que negociaba con ese gobierno, y que aunque figura con un sueldo de 1200 libras como presidente de la empresa inglesa, "nunca tuvo intenciones de cobrarlo". Manuel Moreno y Manuel Dorrego contestan con "Impugnación a la respuesta" donde afirman que no sólo quedan en pie las acusaciones (preparar la especulación, dividir el precio) sino que nada se contesta acerca de "30 mil libras, precio de esa especulación", "por los buenos oficios a favor de la especulación que según afirmaba el señor Rivadavia en su autorización, estaba fundada en una concesión especial". 
De aquí resulta que aprovechando el regreso de las tropas de la Banda Oriental, se produce el golpe del 1ro de diciembre de 1828, por el cual Dorrego es desplazado del gobierno. El general San Martín lo caracteriza así, en carta a O'Higgins: "...Los autores del movimiento del día primero son Rivadavia y sus satélites y a usted le consta los inmensos males que estos hombres han hecho, no sólo a este país, sino al resto de América con su infernal conducta; si mi alma fuera tan despreciable como las suyas, yo aprovecharía esta ocasión para vengarme de las persecuciones que mi honor ha sufrido de estos hombres, pero es necesario enseñarles la diferencia que hay de un hombre de bien a un malvado" (carta del 13/4/1829). 
Derrotado y detenido Dorrego, los unitarios cavilan: ¿qué hacer entonces con ese hombre que ha revelado el escandaloso negociado? Imposible llevarlo a juicio, pues volverá sobre el tema manchando la honra de quien luego sería denominado "el más grande hombre civil de los argentinos." ¿Dejarlo preso, para que algún día vuelva al escenario político con esa documentación infamante? ¿Desterrarlo acaso para que tiempo después regrese a la patria y ponga esos documentos sobre la mesa? Probablemente, Lavalle no conoce estos entretelones de la negociación pues es solamente "una espada sin cabeza", pero los rivadavianos se encargan de persuadirlo. Dorrego debe ser acallado lo más rápido que se pueda y con su fusilamiento quedarían silenciadas las denuncias y salvada la honra unitaria. 
Y así se hace el 13 de diciembre de 1828. 
Años después, el historiador Ricardo Piccirilli, un admirador de Rivadavia pero honesto investigador, admite que de la testamentaría de don Bernardino surge que "Rivadavia giró en noviembre de 1825 una letra contra Hullet por 3000 libras solicitando se imputara a la cuenta de las 1200 libras por gastos de mi singular comisión... y el remanente lo agregarán ustedes a mi cuenta corriente."
Resumiendo: para acallar la verdad, en relación a un negociado de un "prócer" del liberalismo conservador con sus amigos los ingleses, se procede a fusilar a un caudillo popular y se inicia un período de tremenda violencia en nuestro país.
 La tradición popular recoge ese hecho terrible de este modo: "Cielito y cielo nublado / por la muerte de Dorrego / Enlútense las provincias / Lloren cantando este cielo". En cambio, entre la burguesía comercial del puerto circularán estos versos: "La gente baja / ya no domina / y a la cocina / se volverá." <